Aunque aparece tras la sombra de sus contemporáneos ya citados, sobre todo de Idles (reseña Ruta Sonora de su disco 2020, Ultra Mono https://bit.ly/3p6C6Dp), por la forma en que el cantante frasea de manera harto inglesa, medio hablando sin tono, medio gritando, y por su carga política en las letras, a decir de la misma banda, influida por la actitud sardónica y destructiva del escritor escocés Irvine Welsh, Shame asoma garra y estilo propios. Menos enojados y descontrolados que Idles, menos románticos, elegantes y oscuros que Fontaines DC, en medio de su rabia hay un interesante control armónico en cuanto a melodías, y una base rítmica más funky, que los hace ser un puente entre el pos-punk de comienzos de los 2000, muy a lo Gang of Four, y esta nueva camada de guitarras híper rasgadas. En su debut Songs of… el bajeo funk es más contundente. En su segundo disco, Drunk Tank Pink (2021), tal cadencia rítmica permanece pero hay un cambio en la búsqueda de los riffs y las estructuras, bastante hermanados con los citados Fat White Family, su banda hermana, algo más deschavetada y experimental. Esto es, caminos semiprogresivos y guitarras sin distorsión, o con efectos menores, que recuerdan un poco al tipo de ataque limpio de bandas como XTC y los Talking Heads de comienzos de los años 80. Con todo, en conjunto su propuesta es más impredecible de lo que uno imagina tras la primera oída, y va sorprendiendo a cada track. De manera distintiva, conjuntan desenfreno en actitud y lírica, con contención y riqueza melódica en la música, con una mira a la vez alterna-puerca y pop, a diferencia de Idles, deliberadamente más brutalistas.
En esa búsqueda, está la tensión del segundo tema Nigel Hitter; la densidad amenazante, cuasi math-rock, de Born in Luton; la estruendosa cascada percusiva de decibeles y spoken word de Snow Day; el misterio anodino y alienado de Human for a Minute; el punk-gresivo de Harsh Degrees o la rareza oscura y ambiental con pianos invitados de la extensa Station Wagon, también con pasaje spoken word rumbo a una nube negra de caos final.
Como es de ver, el rock sigue rehusándose a morir y da gusto escuchar cómo los ingleses son capaces de recrear viejas actitudes con nuevas combinaciones de sonidos duros, inmediatos, acordes a las vivencias contemporáneas. En medio de este momento sombrío, mitiga el mal ánimo ver cómo se fortalece esta escena aún sin nombre estricto, que puede identificarse como neo-punk
británico. El año 2021 parece anunciarse y manifestarse con este gozoso álbum recién editado, con miras a seguir incendiando los pequeños escenarios rocanroleros (por ahora todavía mentales) de un orbe que se rehúsa a admitir la derrota ante los Bad-Bunnies del mundo. Los veinteañeros de Shame, lejos de ser una vergüenza, son, al lado de toda esta reciente camada, el nuevo orgullo británico.
Twitter: patipenaloza