Página negra
El presente texto expresa la impotencia de un ciudadano crítico contra las infamias de una periodista cínica. Ahora tengo los pelos de la burra en la mano para exhibir su vileza.
Escribo forzado, casi contra mi voluntad, lo hago porque la reiterada infamia atenta contra mi dignidad universitaria, que es el valor fundamental que guía mi vocación crítica, neoquínica, contra el cinismo en cualquiera de sus expresiones.
No voy a narrar ahora, por el momento, pues será cuestión judicial, la forma en que la señora Viridiana Lozano, dueña del periódico Central-Página Negra, vinculado con el crimen organizado, inventó arteramente las notas. Solo les digo con certeza que ordenó a una reportera redactar las terribles acusaciones en mi contra, con fotografía y bando de criminal que distribuyó en algunos diarios nacionales, a partir de dos llamadas telefónicas anónimas.
La fuente, les digo, es irrebatible.
La nota fue, a todas luces, generosamente compensada.Por eso nunca publicó mi extensa carta aclaratoria, como era mi derecho ciudadano.
Y por ese mismo estímulo sigue con su campaña de odio contra mí, la última nota fue perpetrada y maquilada por manos universitarias, pues la periodista naturalmente ignora quién es Max Weber y, sobre todo, cómo, cuándo y dónde vino a Puebla el estudioso más distinguido de su obra.
El asunto es claro, alguien medianamente poderoso, digamos un líder sindical o un director de facultad o coordinador de centro, le está embarrando las manos y la conciencia a Viridiana Lozano, quien sobrevive de la ubre del presupuesto público, pues es sabido su historial como vendedora de silencios –de la misma estirpe moral e intelectual que Carlos Denegri.
Ahora un poco humor negro con sabor al gran poeta del sarcasmo Salvador Novo.
Es chayote y es muy sano,
cobrarlo mucho me alegra,
soy Viridiana Lozano
mi nombre página negra.
Indignado me interrogo:
¿en qué pudres y bubones
se formó -sonrío con Novo-
la mendiga de tostones?
Con poses de mujer libre
lucra entre zafios espasmos,
con sinceridad de cobre.
La gente ducha en sarcasmos,
¡oh!, trocó la p por la v,
¿cuál es ahora su nombre?